Allonca
Ruta de 1 jornada (25 km)
El lugar de partida será Vilarchao (dónde se encuentran nuestras instalaciones y dónde viven casi todo el año nuestros caballos) Emprendemos la ruta introduciéndonos en los inmensos bosques de pinos en Vilarchao, Lamas de Campos y Vilarmeán, discurriendo por tranquilos caminos que facilitan la interacción con los caballos. En dirección sureste llegamos a Ferreirous. Desde aquí nos vamos haciendo una idea de cómo será el paisaje y el estilo de las construcciones que nos encontraremos a lo largo de nuestra ruta: estilo asturiano y fincas con vacas autóctonas pastando en las laderas verdes. Cruzamos un pequeño riachuelo y el siguiente camino nos conducirá a la Trousa. Avanzamos por un kilómetro de carretera rural y nos dirigimos al pueblo de O Relaio, una casa solitaria que deja ver justo enfrente el pueblo de Pántaras. Bajamos directamente hasta el río, cruzamos el puente de madera de la “Ruta de los pintores” y atravesando bosques de castaños, tejos, robles, árboles autóctonos y auténticas esculturas naturales, llegamos a la Reserva de la Biosfera que incluye tierras asturianas y gallegas: la del río Eo, los Oscos y Tierras del Burón. Dos pintores dan nombre a esta Ruta Benxamín Vázquez (de Pántaras) y Miguel López Monteseirín (de Allonca). Hacia este último pueblo nos dirigimos ahora, cabalgando por un sendero que nos traslada al siglo pasado y con caminos por los que transitaban carros tirados de bueyes y vacas, rebaños de cabras, ovejas y por supuesto lugareños que se desplazaban andando y, en el mejor de los casos, a caballo o en mula. Esta ruta activa nuestros sentidos. Es una experiencia única, una fusión con la naturaleza que provoca sensaciones únicas.
Dejando huellas de herraduras por longevos caminos llegamos al templo de Allonca, una pequeña parroquia característica por sus grandes caseríos de piedra y pizarra y por un entorno lleno de verdes intensos y de silencio. Sus piedras mudas nos hablan de su pasado. Su ermita está rodeada de un inmenso bosque de viejos castaños y la escalera, recubierta de musgo, da acceso al campanario desde el exterior. Tras una parada para observar este bucólico paraje, seguimos unos metros y nos encontramos con el enorme caserío del pintor y músico Miguel López Monteseirín. Está rodeado de varios hórreos, pajares, cuadras y fuentes. En otra época, éstas eran casas autosuficientes y hoy en día están casi en peligro de desaparecer.
Retomamos la ruta para dirigirnos As Balias, ya en territorio asturiano. Antes debemos cruzar Allonquiña, una aldea semiabandonada con gran valor paisajístico y etnográfico. Seguidamente hacemos un descenso hacia el río Allonca y, entre castaños centenarios que funcionaban como fuente de provisiones para los antiguos núcleos rurales, observamos las “corripas”. Son pequeñas construcciones circulares de piedra dónde se almacenaban y secaban las castañas para su posterior consumo. Dejamos atrás el bosque de castaños para cruzar el puente sobre el río Allonca. Por un momento, cambiamos de bosque a matorral y nos movemos también de comunidad autónoma. Estamos en Asturias, concretamente en el municipio de Santa Eulalia de Oscos.
Nuestra vista se tropieza con retama y brezo, un excelente lugar para la apicultura. Aquí trabajan millones de abejas para recolectar el preciado néctar.
Ahora sí, llegamos al pueblo abandonado de As Balias. En él grandes escudos de piedra que reflejan la importancia de sus antiguos moradores, un lugar que bien merece una parada y visita por sus caminos. Descendemos por un sendero de la ruta de la Coba, un antiguo paso de carros. Desde ahí recorremos parte del sendero que unía A Coba y Quintela. Desde una posición privilegiada veremos el Valle del Agüeira y desde allí regresamos a Vilarchao para remate de la ruta a caballo.